Andá nomás...
Son las dos de la mañana. Ángel está sentado a la mesa, en la cocina. Quisiera estar fumando pero ya hace más de treinta años que largó el cigarrillo. Todavía era joven cuando Nachito le dijo "Papá no quiero que te mueras. Quiero tener papá por mucho tiempo más. Dejá de fumar porque te hace mal. Hacelo por mí..." Por eso esta madrugada está sentado en la silla que tiene un intento de almohadón flaco forrado en una tela símil cuero que ya no hace cómodo estar ahí. Pero poco le importa eso. Tampoco le importa que el café todavía esté a la mitad. Mucho menos que esté frío. La tele permanece encendida pero sin sonido. Sin embargo, Ángel, que sostiene el control remoto en la mano, no sabe qué se está transmitiendo. Ve sin mirar. Sus ojos están se centran en un punto fijo y cada tanto pestañea. Le sigue dando vueltas en la cabeza la conversación que tuvo hace unas horas con Nachito. Siente que el pecho se hunde. Un vacío profundo se invade de él. Piensa en su juventud. Piensa en s...